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Críticas de cine

Crítica número 75: 6 Destinos (Julien Duvivier, 1942)

Crítica número 75: 6 Destinos (Julien Duvivier, 1942)

6 Destinos o, con más fidelidad, Historias de Manhattan es un filme compuesto por episodios que tienen como trasfondo común el conflicto entre realidad y apariencia, entre convención y sinceridad, entre la integridad y el oportunismo. Un frac irá cambiando de manos y servirá como elemento de cohesión y enlace entre historias que tienen como protagonistas a seres que viven en un mundo de sombras irreales, fantasmagorías provocadas por el advenimiento de la vida moderna e inseguridades en un presente de incertezas.

Una vida que ofrece innumerables ventajas y desventajas pero que, en todo caso, supone un cambio definitivo para el ser humano; el alejamiento de lo natural, de lo verdaderamente esencial, para sumergirse en las artificiosidades propias del progreso urbano.

Este tipo de relatos poseen problemas consustanciales a su estructura, siendo el principal de ellos la dificultad de articular una narración cohesionada que posea la suficiente intensidad y profundidad. Julien Duvivier logra soslayar parcialmente estas dificultades y entrega una interesante obra con indudables aciertos y algunos defectos que la alejan de la excelencia. Se puede afirmar que en ella coexisten episodios de buena calidad (la graciosa y ágil historieta cómica de la liga anti - alcohol, la historia del músico protagonizada por un excelente Charles Laughton), notables (el episodio que tiene como protagonista al mendigo con un pasado trágico encarnado por Edward G. Robinson), mediocres (la historia de los novios y los amantes, el epílogo en el poblado negro) y excelentes (la historia del galán encarnado por Boyer).

 

En este último episodio citado en el párrafo precedente se manifiestan los mayores logros de todo el metraje. Duvivier consigue el ritmo adecuado, una extraña, mágica y atrayente atmósfera (v.g. salón dedicado a la cacería que envuelve a los personajes con cuernos de venados), un magnífico dibujo de los personajes y logra que los recursos técnicos se integren a la perfección en lo relatado (es necesario destacar ideas que refuerzan la narración como el oscurecimiento lumínico en la primera aparición de Thomas Mitchell, el movimiento de la cámara por la sala antes citada y los planos de detalle de las nerviosas manos de los tres protagonistas en el clímax del relato). Una auténtica delicia que supone una apertura magnífica para el filme y deja entrever las cualidades de su autor y su equipo técnico (excelente labor fotográfica de Joseph Walker) .

En cambio, en otros episodios se dan cita los más desesperantes y molestos defectos. El excesivo interés por mostrar la moraleja final hace del episodio ambientado en el poblado negro una narración previsible, plana y nada satisfactoria que sólo posee interés en su aspecto plástico. El episodio romántico-cómico protagonizado por Fonda y Rogers supone un jueguecito insulso de escasa entidad y deficiente conclusión, incluso aparecen defectos de inconsistencia y superficialidad en buenos episodios como el del mendigo (excesivo maniqueismo, simplificación y reiteración en el comportamiento de los antiguos alumnos durante la cena).

Sería de mi agrado analizar cada episodio de manera individual y profundizar en sus aciertos y defectos mas, por razones de espacio, lo dicho con anterioridad sirve para hacerse una idea aproximada de los rasgos que definen a esta interesante pero irregular obra.

 

Puntuación: 2,5/5

 

Crítica número 74: El retrato de Dorian Gray (Oliver Parker, 2009)

Crítica número 74: El retrato de Dorian Gray (Oliver Parker, 2009)
Imágenes (retratos) de inusitada inmadurez intelectual.
El retrato de Dorian Gray intenta obtener cierta respetabilidad utilizando como reclamo la novela de Oscar Wilde para disimular su verdadera esencia: cine reiterativo, con un lenguaje tan explícito que resulta alarmante, superficial, vulgar, carente de cualquier matiz, sensibilidad y de algún atisbo de verdadera reflexión más allá del efectismo vacuo y de la torpeza sonrojante que muestran sus imágenes.
Sin duda Oliver Parker no posee la suficiente entidad intelectual ni artística para abordar una obra rica en matices, sugerencias, metáforas y emociones. Lo que debería ser un filme catártico aparece como una obra pretendidamente seria destinada a necios que plantea serias dudas sobre el estado de la creación artística e intelectual contemporanea y deja clara la, cada vez más evidente, decadencia cultural que nos toca sufrir.
Puntuación:  1/5

Crítica número 73: Los viajes de Sullivan (Preston Sturges, 1941)

Crítica número 73: Los viajes de Sullivan (Preston Sturges, 1941)
Excepcional ejercicio de cine puro.
En primera instancia Los viajes de Sullivan podría ser calificada como una comedia que narra las desventuras que sufre un director de cine que, con el objetivo de realizar en condiciones óptimas su siguiente filme, decide convertirse en mendigo para conocer de cerca la pobreza. Durante sus viajes acaba descubriendo el verdadero significado de la pobreza y la riqueza.

Preston Sturges logra en este filme un milagroso equilibrio entre crítica, drama, comedia disparatada o ligera, romanticismo, comedia ácida e incluso drama carcelario. Su excelente dirección se acompaña asimismo de otros aspectos no menos excelentes: una fotografía, especialmente en las escenas nocturnas, magníficamente iluminada, una partitura capaz de ser disparatada, romántica o incluso mística, y unas actuaciones repletas de naturalidad.

Obra maestra por la armonía existente en todos sus componentes, por la poesía nada afectada que destilan sus imágenes, por su natural profundidad, Los viajes de Sullivan se erige con grácil espontaneidad como una de las mejores obras que el cine, al margen de catalogaciones genéricas, nos ha legado.

 

Puntuación: 5/5

Edgar G. Ulmer

Edgar G. Ulmer

Con motivo de mi última crítica sobre El hombre del planeta X, obra de Edgar G. Ulmer, considero apropiado elaborar una lista que plasme convenientemente  mi opinión y preferencias sobre las obras del autor a las que he tenido acceso hasta ahora.

Edgar G. Ulmer fue un director que dedicaba gran parte de su talento a imaginar y llevar a cabo la construcción escenográfica en la que desarrollaría la acción de sus filmes. Incluso en sus filmes mediocres como La hija del Doctor Jekyll (1957) es capaz de lograr un alto grado de interés visual.

El elemento escenográfico es, con carácter general y no exento de excepciones, en Ulmer un elemento más importante que el argumento, calidad del guión (aunque sí que presentaban algunos enfoques originales y extraños que los enriquecían) o interpretaciones.

Mis obras predilectas son, a falta de analizar la cada vez más alabada pero inédita  The Naked Dawn (1953):

 

 

Satanás - Puntuación: 5/5

La extraña mujer - Puntuación 5/5

Detour - Puntuación: 4/5

 

El hombre del planeta X - Puntuación: 3/5

  

La hija del DR. Jekyll - Puntuación 2/5

Crítica número 72: El hombre del Planeta X (Edgar G. Ulmer, 1951)

Crítica número 72: El hombre del Planeta X (Edgar G. Ulmer, 1951)
El inocente extraterrestre y las inquietudes escenográficas de Ulmer
Más allá de análisis irónicos y limitados por la coyuntura o la moda, por la cándida, vacua y esnob risa de lo teóricamente anticuado ( argumentación, esta sí, de vida efímera), El hombre del Planeta X plantea una premisa argumental simple con un enfoque lleno de matices interesantes (el ser extraño no es malvado a priori y sus motivación es salvar a su raza) que Edgar G. Ulmer eleva a lo notable gracias a su talento escenográfico y puramente cinematográfico.
Superior a propias obras del autor con similar presupuesto (el presupuesto, aunque añade lustre, no guarda ninguna relación con la excelencia artística o intelectual de un director), El hombre del planeta X cuenta con un apartado musical extravagante y apropiado, fotografía notable, actuaciones discretas pero dignas y un diseño del ser extraterrestre original (como se dice en el filme: "sus ojos parecen los de un pez muerto", un extraterrestre no tiene que poseer necesariamente la morfología agresiva que los más simplistas imaginan).

Singular y misteriosa propuesta, el filme  (aunque no resulta excelente debido a cierta falta de intensidad, profundidad y calidad interpretativa) sobrepasa los cánones genéricos y reviste gran interés a pesar de sus evidentes limitaciones.
Puntuación: 3/5

Crítica número 71: La muchacha del trapecio rojo (Richard Fleischer, 1955)

Crítica número 71: La muchacha del trapecio rojo (Richard Fleischer, 1955)
El trapecio liberador
Un hombre maduro, respetado arquitecto de éxito, es envidiado por un caprichoso joven de aristocrática familia. El amor sincero de un cándida y bellísima joven hacia el primero agrava las envidias del joven provocando una situación sin retorno que marcará la vida de los tres...

Brillante drama rodado por Fleischer con pulso firme pero contenido dramáticamente(contención que sólo se rompe en el momento clave del filme que nos ocupa en el que aparece el trapecio como elemento liberador), con una utilización notable de los colores y de la música, en el que brillan con poderosa luz las interpretaciones de Ray Milland (crepuscular, enigmático, con una infinita gama de matices) y Joan Collins (excepcional delicadeza, sinceridad).

Filme profundo, alegórico, de una madurez intelectual digna de elogio, contemplativo, falla no obstante en varios aspectos; el desesperantemente mediocre Farley Granger y el dibujo que de su personaje hace el guión son de una sutilidad inferior que el resto del notable conjunto logrando desequilibrarlo.

Puntuación: 4/5

Crítica número 70: Der verlorene (Peter Lorre, 1951)

Crítica número 70: Der verlorene (Peter Lorre, 1951) Fantasmagorías vitales

El hombre perdido es un filme de difícil adscripción genérica pues se trata de una obra compuesta por elementos pertenecientes al cine negro (atmósfera, estética), al cine de terror (escenas de asesinatos) y al drama (temética de fondo).
Existe en él una indefinición genérica, una cierta confusión en lo formal, una aparente irregularidad en su desarrollo que resulta potenciar el rasgo fundamental que lo define argumental y filosóficamente. La confusión vital y la fatalidad marcan la vida del protagonista de El hombre perdido, un hombre que pierde el rumbo, que está confundido, que se convierte en un alma en pena en un ambiente dominado por la crueldad y el caos de la guerra. Un hombre perdido que ni entiende lo que ocurre a su alrededor ni es capaz de dominar sus instintos básicos. El drama íntimo se integra pues en el drama colectivo del mismo modo que el crimen individual se integra en el crimen colectivo.

Peter Lorre realiza una interpretación sobresaliente, de inusitada variedad de matices; patetismo kafkiano, drama, ironía, violencia, impasibilidad, demencia. Su personaje observa a los demás como meros juguetes del destino, como meras piezas de un sistema corrupto, absurdo, como meros juguetes de la corrupcion humana.
Pero la labor de Lorre en la dirección no es menos sublime; los emplazamientos de la cámara son adecuados a cada situación, siendo sus movimientos precisos y con finalidad narrativa. La creación de ambientes (pocas veces la realidad y la irrealidad se han entremezclado con tanta intensidad y acierto como en el caso que nos ocupa), el cadencioso pero inexorable ritmo, las decisiones narrativas (utilización de objetos y animales con fines matizadores, enlaces entre una escena y otra) y artísitcas ( la estética y el tono son de una originalidad sólo discutida por ciertas reminiscencias del expresionismo aleman ) son de máxima clarividencia. La banda sonora resalta convenientemente el drama y, en algunos de sus compases, expresa cierta irrealidad poética del mismo modo que la excelente fotografía.
Obra densa artística y temáticamente, requiere dos visionados como mínimo para ser comprendida en su totalidad, reflexiona sobre la existencia, sobre la violencia y el miedo, sobre el destino, sobre el ser humano y su lugar en la sociedad, sobre la libertad, sobre el recuerdo, con una grandiosidad tan poco subrayada, tan natural, terrorífica pero bellísima a la vez, que la coloca en una de las cumbres de la historia del cine sin temor a un exceso de vehemencia por mi parte.

Puntuación: 5/5

Crítica número 69: Pandora y el Holandés errante (Albert Lewin,1951)

Crítica número 69: Pandora y el Holandés errante (Albert Lewin,1951)
El laberinto del minotauro
Pandora y el holandés errante es una obra demasiado elaborada como para plasmar aquí todas sus profundidades semánticas y descifrar sus múltiples referencias a la cultura griega.No es, por lo tanto, mi intención.
Se trata de una tragedia romántica, protagonizada por Gardner y Mason, en la que confluyen A) la mitología griega (Pandora;el equivalente a la cristiana Eva, madre de todos los hombres pero desencadenante de todos sus males,El Holandés, una especie de Prometeo eternamente castigado por su desafío a los dioses,El torero Montalvo;una especie de Rey Teseo luchando contra el minotauro (los Toros, y en un sentido alegórico, el destino)), B) la leyenda del Holandés errante (que se remonta al siglo XVII) y, C) contínuas referencias visuales a la cultura helénica y mediterranea en general.

Sin duda es un filme que no puede ser observado por mentes simples acostumbradas a lo literal ya que su contenido metafórico y surrealista es abrumador.
En el plano técnico, Jack Cardiff confecciona una excelente labor fotografica (aunque la copia desponible en DVD que poseo no permite observar con toda claridad algunas de las escenas nocturnas) resaltando el componente telúrico de los parajes retorcidamente románticos e incluso místicos de Tossa de Mar (llamada Esperanza en el filme que nos ocupa) y Albert Lewin realiza una magnífica y compleja realización y guión (con unos diálogos interesantísimos y llenos de significado oculto), el cual, en mi opinión y como gran fallo alegable contra él, insiste demasiado en la utilización de la voz narradora como herramienta progresión argumental.
También se observan alunos problemas de ritmo que son inevitables al querer sobrecargar al filme con tanto contenido metafísico.

Filme de orígen literario pero brillantemente visual a la vez, deberá ser descubierto poco a poco por los espectadores hasta poder encontrar su significado último; hasta poder encontrar la salida del laberinto en el que nos recluye.

Puntuación; 4,5/5

Crítica número 68: Million Dollar Baby (Clint Eastwood,2004)

Crítica número 68: Million Dollar Baby (Clint Eastwood,2004)
El cine sigue vivo, aunque moribundo
Con Million Dollar Baby Clint Eastwood entrega al espectador un filme bien construído en lo técnico, con buenos diálogos, con buenas interpretaciones y cierta elaboración intelectual. Desafortunadamente existen defectos que impiden que se convierta en una obra excelente; a lo largo del metraje observamos una tendencia irritante al subrayado, ciertos momentos en los que el trazo grueso asoma (vg; relación de la protagonista con su familia) y una construcción del guión discutible pues lo visto durante noventa minutos pierde fuerza ante la media hora final que es la que contiene el motivo argumental de la obra.

Obra que se mueve entre la estimulante sobriedad y la aburrida reiteración, encierra no obstante algunas de las imágenes e ideas narrativas más estimulantes del cine contemporaneo y nos recuerda que el cine se basa en la capacidad de un director para utilizar los recursos cinematográficos con el fin de narrar historias que rediman el espíritu, al margen de presupuestos, campañas publicitarias, modas o efectismos pasajeros sin contenido.

 

Puntuación: 3/5

Crítica número 67: El pirata (Vincent Minnelli, 1948)

Crítica número 67: El pirata (Vincent Minnelli, 1948)
Minnelli y el arte
El pirata es una experiencia catártica, una historia exótica, romántica, lírica, narrada con ritmo, perfección técnica y en la que se observan excepcionales valores artísticos (decorados, fotografía, vestuario, coreografías, el arte excepcional de Kelly...).
En esta historia de subime vitalidad el baile aparece como punto narrativo culminante y como abstracción de los sentimientos de los protagonistas.

El pirata es una muestra estilizada, artística, de la pericia y el gusto estético de Minnelli, director que realizaría otras obras maestras del género a lo largo de su carrera (vg; Un americano en París).

 

Puntuación: 5/5

Crítica número 66: Una calle sin ley (Joseph H.Lewis, 1955)

Crítica número 66: Una calle sin ley (Joseph H.Lewis, 1955)
Buen western de bajo presupuesto
El bajo presupuesto, para ser superado como dificultad, requiere por parte del director de un filme talento, imaginación y pasión. Joseph H.Lewis poseía estas características.

Acostumbrado a moverse en la serie B, Lewis nos muestra una sencilla historia exhibiendo un gran dominio de la técnica cinematográfica (ideas como la presentación de cada pistolero que llega a la ciudad y la manera de avisar de su llegada por parte de una lugareña, la violencia de los momentos de acción, las sombras proyectadas en la cárcel como metáfora de la situación del protagonista, diversos movimientos de cámara que dotan de dinamismo a una historia carente de ello...), con buenos actores (en especial Scott), pero carente de la brillantez de otras de sus obras en el cine negro (vg; Gun Crazy, Agente Especial).

Western dinámico (a pesar de lo estático de su planteamiento incial), bien dirigido, sorprendente por momentos, Una calle sin ley adolece de falta de profundidad en algunos de sus puntos argumentales, defecto que le impide situarse en el terreno de la excelencia.
Puntuación: 2,5/5

Crítica número 65: Pat Garrett y Billy The Kid (Sam Peckinpah, 1973)

Crítica número 65: Pat Garrett y Billy The Kid (Sam Peckinpah, 1973)
El subrayado reiterativo y el oeste.
Pat Garrett y Billy The Kid muestra una serie de escenas violentas protagonizadas por postizos pistoleros de chulescas poses y diálogos de tebeo tomados muy en serio por Peckinpah en primeros planos injustificadamente largos. Las dos o tres ideas que posee el filme se agotan en cinco minutos (crepúsculo del viejo oeste, teórica amistad entre los protagonistas y amistad traicionada por el dinero) y están expuestas de manera torpe, recurriendo contínuamente al subrayado y a lo explícito.

Espectáculo adolescente-barriobajero por la ridícula y burda reiteración temática, violentística manera de entender el cine (que esconde en el fondo falta de elaboración intelectual e incapacidad total de ser sutil o refinado) y por su inexpresiva banda sonora (nula elaboración compositiva adecuada para satisfacer a las coyunturales mentes más simples en vez de matizar convenientemente lo expuesto en la pantalla), Pat Garrett... anticipa una manera de entender el cine basada en el trazo gordo, en la estrafalariedad nihilista, que tendría a Tarantino como su principal heredero.

 

Puntuación: 1/5

Crítica número 64: Desafío en la ciudad muerta (John Sturges, 1958)

Crítica número 64: Desafío en la ciudad muerta (John Sturges, 1958)
Western desnudo
Jake (Taylor) rescata a Clint (Widmarck) de la prisión para saldar una vieja cuenta pendiente. Jake se ha reformado dejando atrás sus tiempos de forajido junto a Clint, mas aún permanece un recuerdo de su antigua vida: un botín de 20.000 dólares enterrado en la arena...

Western desnudo en lo físico ( paisajes descarnados, iluminados con luz crepuscular ) y en lo argumental (prescinde de todo elemento accesorio para centrarse en la esquemática línea argumental principal ), Desafío en la ciudad muerta es capaz de singularizarse superando su arquetípico motivo argumental gracias a la tensión emocional presente en cada gesto de sus personajes, a la intensidad dramática desplegada en su cambiante paisajística y a la magnífica planificación que de sus escenas hace Sturges.
Desafío en la ciudad muerta posee un suave tono melancólico desde su escena de apertura (música de emotivo melodismo similar a la compuesta por Victor Young para Raíces profundas que expresa la imposibilidad de recuperar, por diversos motivos, la amistad traicionada ) y muestra a los viajes como sinónimo de retroceso temporal (cada vez que Jake realiza un viaje es para adentrarse de nuevo en la vieja vida que quiere olvidar: el inicial para volver a por Clint, y el posterior para volver a la ciudad muerta que representa el pasado que se debe zanjar).
Contenidamente emotiva, precisa, bellísima a causa de lo anteriormente descrito, Desafío en la ciudad muerta es en mi opinión la obra más equilibrada y diáfana de su autor.

 

Puntuación: 4,5/5

Crítica número 63: Doble asesinato en la calle Morgue (Robert Florey, 1932)

Crítica número 63: Doble asesinato en la calle Morgue (Robert Florey, 1932)
Excelente y oscuro relato sobre la naturaleza humana.
En París, a mediados del siglo XIX, un doctor realiza experimentos para demostrar el lazo de unión existente entre el ser humano y el simio. Tales experimentos conllevan prácticas delictivas.

París, ciudad que En doble asesinato en la calle Morgue, aparece retratada en toda su oscuridad, vileza y poder sugestivo. Entre cuyas brumas acontecen refriegas y crímenes cometidos por doctores en busca de superar su condición humana, erigiéndose en verdaderos creadores.

La fotografía expresionista germana de Karl Freund y la dirección de Florey nos ofrecen un magnífico filme de terror que posee una de las atmósferas más refinadamente sugestivas que se haya podido concebir e ideas que influenciarían obras posteriores (sin ir más lejos King Kong de 1933 se basa claramente en alguno de los pasajes de la obra que nos ocupa) . Lugosi, especie de Dr. Frankenstein, en una interpretación memorable, avanza en una de las escenas entre la bruma en busca de mujeres con las que experimentar, encontrándose con una prostituta que estaba atemorizada por haber presenciado una pelea mortal... Es tal la sordidez y perversión latente reinante en las entrañas de este filme que incluso se apuntan actividades zoofílicas (evidente excitación del gorila ante las mujeres que rapta Lugosi).

La elegancia, perfección formal, profundidad de contenido y magnífica construcción dramática de este filme le emparentan en cuanto calidad con los filmes de James Whale.
Puntuación: 4,5/5

Crítica número 61: Orfeo (Jean Cocteau,1950)

Crítica número 61: Orfeo (Jean Cocteau,1950)
Orfeo de Jean Cocteau.
Orfeo de Jean Cocteau es, a mi parecer, un filme endeble, que tiene su mayor interés si se observa como expresión de la personalidad de Cocteau.

Cierto es que posee una originalidad atrayente, un tratamiento artístico de la historia que merece mi respeto, pero no puedo evitar creer que existe en el fondo por parte de Cocteau cierta falta de comprensión del medio cinematográfico.
Cocteau aplica ciertas corrientes artísticas de vanguardia tendentes a mostrar abstractamente una historia que no lo necesita pues ya es abstracta desde su concepción. La historia de Orfeo ya es compleja en su simplicidad (sabiduría de los clásicos) y no necesita nuevas redundantes relecturas que desorienten al espectador.
Orfeo es una obra de cierta valía en sus soluciones plástico-escenográficas(efectos visuales y planteamiento estético de algunas escenas), pero es un auténtico fracaso desde el punto de vista de su planteamiento dramático-cinematográfico (descripción de personajes pobre en su mayoría, determinadas escenas mal construídas o directamente carentes de interés, desmañanda construcción...).

 

Puntuación: 2/5

Crítica número 60: Su majestad de los mares del sur Byron Haskin, 1954)

Crítica número 60: Su majestad de los mares del sur Byron Haskin, 1954)
Bella isla sin alma.
Su Majestad de los mares del sur muestra una historia de aventuras que gira en torno al comercio de la Copra, aceite de coco especialmente valioso. Su protagonista, un aventurero americano, vivirá una serie de experiencias que le enseñarán una valiosa lección...

Filme de aventuras paradisíacas realizado sin especial pericia (sólo dos o tres ideas narrativas revisten especial interés) por Byron Haskin, magníficamente fotografiado, con un guión por lo general correcto, con una banda sonora de Tiomkin que intenta imprimir intensidad a los sucesos que se muestran y con intérpretes que cumplen con su cometido.
Nada de lo que ocurre en este entretenido, digno, pero insatisfactorio filme de aventuras, se nos muestra con convicción o especial intensidad. Película confeccionada mecánicamente, Su Majestad de los mares del sur es demasido genérica para ahondar en su significado.

 

Puntuación: 2,5/5

Crítica número 59: El rebelde orgulloso (Michael Curtiz, 1958)

Crítica número 59: El rebelde orgulloso (Michael Curtiz, 1958)
El amor, la guerra y el oeste.
El rebelde orgulloso narra la historia de un hombre y su hijo que han visto marcadas sus vidas (física y/o emocionalmente) por la guerra civil. En su periplo en busca de cura para un mal del chico llegarán a un tranquilo pueblo del oeste...

Michael Curtiz, director capaz de conjugar todos los elementos a su alcance para formar obras cinematográficas de entidad (Casablanca, Ángeles con caras sucias, Dodge city), narra este western con pulso sereno (con similar tono al Wyler de La gran prueba o Horizontes de grandeza) y con mirada madura, matizada, incluso amarga en determinados instantes. El filme va avanzando descubriendo poco a poco matices en los personajes, entrelazando paulatinamente los lazos que les unen, construyendo una narración humanista, sutil, en torno a los efectos de la guerra y a los conflictos entre ganaderos y rancheros.

La bellísima relación entre los personajes que encarnan Alan Ladd y Olivia de Havilland, la relación verdadera que une a Ladd con su hijo, el cariño y valores representados por el perro que les acompaña, la belleza serena de la naturaleza (bellísimo plano de las sombras de los personajes en el río o del atardecer en los campos), la desestruturación emocional provocada por la guerra (representada por la mudez del niño)... Todos estos elementos y más se presentan en la pantalla dentro del marco genérico del western, matizados por la notable banda sonora de Moross y fotografiados con bastante acierto.

El rebelde orgulloso posee hondura emocional, magníficas interpretaciones de sus protagonistas y se despliega, gracias a Curtiz, ante los ojos del espectador de manera serena y profunda como las calmadas sombras de los bosques.

 

Puntuación: 4,5/5

Crítica número 58: El temible burlón (Robert Siodmak, 1952)

Crítica número 58: El temible burlón (Robert Siodmak, 1952)
Coloristas aventuras mediterraneas.
El temible burlón es una obra de aventuras marítimas en la que el componente cómico-hiperbólico es crucial conformando una obra grácil, divertida, pero insuficiente desde el punto de vista de su construcción dramática (ver La mujer pirata de Jacques Tourneur).

La comparación con filmes actuales es innecesaria pero esclarecedora: mientras El temible burlón es una obra sin pretensiones intelectuales compacta, colorista, graciosa o espontanea, sus equivalentes actuales son impostadas, injustificadamente largas, efectistas y prefabricadas. El temible burlón da una clase magistral de narrativa a cualquier posible sucesor actual.

Finalmente, subrayadas sus virtudes y sus defectos, vale la pena resaltar la magnífica labor de Robert Siodmak. Realizador seco, de estilo expresionista, sabe no obstante dotar al filme del pulso y enfoque que requería.

Ejemplar dentro de su género, cabe lamentar la ausencia de diferentes niveles de lectura que enriquezcan el resultado final.

 

Puntuación: 3/5

Crítica número 57: El jardín de Alá (Richard Boleslawski, 1936)

Crítica número 57: El jardín de Alá (Richard Boleslawski, 1936)
El jardín místico en el que descubrí a Boleslawski
Un hombre, que había jurado fidelidad a una orden religiosa en tierras africanas, escapa del monasterio en el que vive en busca de experiencias mundanas. Reniega de Diós y topa con una religiosa joven que viaja después de la muerte de su padre... Ambos buscan sentido a sus vidas en la inmensidad del desierto, también llamado Jardín de Alá...


Es posible que parte del público no esté preparado culturalmente para valorar los múltiples matices de El jardín de Alá, filme heredero del romanticismo europeo decimonónico (obras que van desde Werther o Fausto de Goethe en la literatura a Thaïs de Jules Massenet en la música o determinadas pinturas de Caspar David Friedrich y Antoine Jean Gros, entre otras) en el que se exalta la belleza natural del paisaje y su importancia metafísica en la vida humana. También se incluyen rasgos temáticos tan caros a esta corriente creativa como la plasmación de los rigores de la vida religiosa y su contraposición a la tentación carnal, los exclamaciones poéticas o el gusto por lo exótico y lo trágico.

Tales rastros de refinamiento cultural confieren a El jardín de Alá un contenido humanístico y una grado de buscada, depurada artificialidad romántica difícilmente digerible por aquellos que no estén dispuestos a sumergirse en la sublime sensibilidad expresivo - artística que la cultura europea legó al mundo en tiempos pretéritos y que informa a Boleslawski en esta arriesgada pero sublime obra de arte realizada en Estados Unidos en una época en la que el cine era un arte.

Absténgase simplificadores e irónicos nihilistas por favor.

 

Puntuación: 5/5

Crítica número 54: Los contrabandistas de Moonfleet (Fritz Lang, 1955)

Crítica número 54: Los contrabandistas de Moonfleet (Fritz Lang, 1955)
Aventuras intimistas
Hace un tiempo leía en la soledad de mis aposentos una excelente crítica que Carlos F. Heredero escribía, con excelencia, en 1987 para "Mundo obrero". Era una crítica que valoraba el grado de elaboración visual y temática de Moonfleet. Resaltaba la profundidad escondida tras el vitalismo de las aventuras juveniles que se narra en dicha obra.

Se trataba de una crítica sublime, magníficamente escrita e intelectualmente elaborada. Después de reflexionar sobre Moonfleet debo admitir que he llegado a las mismas conclusiones.

Moonfleet es un filme intimista que posee una densidad emocional mayor de lo normal en el género de las aventuras. Empieza de manera sublime, introduciéndonos en la situación de manera violentamente lírica, profundamente atrayente... Poco a poco la densidad inherente al cine de Fritz Lang se deja ver entre mirada y mirada, entre sombras, en escenas en las que el tiempo parece pararse para constituir filmes independientes...

Una vieja casa en la que uno de los protagonistas fue maltratado por la familia de su amada (reminiscencias de Cumbres borrascosas vigorizadas por el intelecto de Lang), un niño en un mundo lleno de misterios y emociones (el autor de Oliver Twist también inspira el relato), celos y redenciones... En Moonfleet se alternan luces y sombras al mismo tiempo que ilusión y amargura. Interesantísima, Moonfleet se erige en mi opinión como uno de los mayores logros de Lang y su sugestividad y calidad la sitúan en un buen lugar en la historia del arte cinematográfico.

Después de veer Moonfleet (la había esperado largo tiempo) sentí una desilusión que poco a poco fue transformándose en comprensión de su infinita gama de matices e ideas. Esa comprensión se transformó en admiración, en ganas de revisitarla continuamente... No es una película de aventuras más: es la plasmación simultanea de la mirada de un niño y de un adulto, es decir, la plasmación idonea de la aventura.

 

Puntuación: 4,5/5