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Crítica número 57: El jardín de Alá (Richard Boleslawski, 1936)

Crítica número 57: El jardín de Alá (Richard Boleslawski, 1936)
El jardín místico en el que descubrí a Boleslawski
Un hombre, que había jurado fidelidad a una orden religiosa en tierras africanas, escapa del monasterio en el que vive en busca de experiencias mundanas. Reniega de Diós y topa con una religiosa joven que viaja después de la muerte de su padre... Ambos buscan sentido a sus vidas en la inmensidad del desierto, también llamado Jardín de Alá...


Es posible que parte del público no esté preparado culturalmente para valorar los múltiples matices de El jardín de Alá, filme heredero del romanticismo europeo decimonónico (obras que van desde Werther o Fausto de Goethe en la literatura a Thaïs de Jules Massenet en la música o determinadas pinturas de Caspar David Friedrich y Antoine Jean Gros, entre otras) en el que se exalta la belleza natural del paisaje y su importancia metafísica en la vida humana. También se incluyen rasgos temáticos tan caros a esta corriente creativa como la plasmación de los rigores de la vida religiosa y su contraposición a la tentación carnal, los exclamaciones poéticas o el gusto por lo exótico y lo trágico.

Tales rastros de refinamiento cultural confieren a El jardín de Alá un contenido humanístico y una grado de buscada, depurada artificialidad romántica difícilmente digerible por aquellos que no estén dispuestos a sumergirse en la sublime sensibilidad expresivo - artística que la cultura europea legó al mundo en tiempos pretéritos y que informa a Boleslawski en esta arriesgada pero sublime obra de arte realizada en Estados Unidos en una época en la que el cine era un arte.

Absténgase simplificadores e irónicos nihilistas por favor.

 

Puntuación: 5/5

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