Breves impresiones sobre Belle de Jour (Luís Buñuel, 1967)
El objeto de análisis principal en las reseñas que escribo para ustedes en Cineyarte es la puesta en escena, elemento que a mi jucio es de crucial importancia en el proceso de confección de la obra cinematográfica. Sin embargo, en esta ocasión, y con el objetivo de dotar de cierta variedad a este espacio, procedo a soslayar análisis más prolijos sobre sus cualidades en dicha nuclear materia y paso a transmirirles una breve reflexión sin más ambición que la mera espontaneidad:
Belle de jour es una obra en la que predomina abrumadoramente la forma sobre el fondo en un denodado intento por atribuir complejidad donde no hay más que vacuidad revestida de una fría visión análitica falsamente intelectual. Buñuel, en un ejercicio supremo de autocomplacencia, se limita a exponer de forma intencionadamente confusa una serie de sucesos que quieren crear, de manera tan evidente y reiterativa que puede valorarse como un pleonasmo, una sugestión de carácter morboso en el espectador y transmiten una subrayada y burda crítica a la represión sexual en la burguesía. No obstante, es justo afirmar que la elegante puesta en escena evita que se precipite al pozo de la mediocridad y dota al filme de la suficiente dignidad artística como para considerarlo digno de su excepcional autor.
Puntuación: 2,5/5
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