Crítica número 47: El jardinero fiel (Fernando Meirelles, 2005)
Bodrio indefinido.
En el cine actual surgen una serie de filmes cuyo mayor atractivo parece ser un pretendido mensaje crítico y una especie de indefinición en sus formas que le otorgue el grado de obra seria.
En realidad subyace una ausencia total de verdadero estilo narrativo y de implicación emocional en sus directores. El cine (y el arte en general) contemporaneo es mayoritariamente torpe, poco entretenido, superficial en su planificación y reniega de su condición de arte para erigirse en una especie de herramienta de gris crítica demagógica intelectualmente , aburrida y manida (este caso por ejemplo) o de entretenimiento dirigido a consumidores convencidos (filmes espectaculares de moda).
El cine tiene que recuperar el secreto de la falsa ingenuidad (mucho más compleja que la actual simpleza de pretendidas críticas) y tiene que volver a realizarse para poseer diferentes niveles de lectura que impliquen a espectadores de todos los niveles intelectuales/emocionales.
En realidad subyace una ausencia total de verdadero estilo narrativo y de implicación emocional en sus directores. El cine (y el arte en general) contemporaneo es mayoritariamente torpe, poco entretenido, superficial en su planificación y reniega de su condición de arte para erigirse en una especie de herramienta de gris crítica demagógica intelectualmente , aburrida y manida (este caso por ejemplo) o de entretenimiento dirigido a consumidores convencidos (filmes espectaculares de moda).
El cine tiene que recuperar el secreto de la falsa ingenuidad (mucho más compleja que la actual simpleza de pretendidas críticas) y tiene que volver a realizarse para poseer diferentes niveles de lectura que impliquen a espectadores de todos los niveles intelectuales/emocionales.
Puntuación: 1/5
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