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Crítica número 19: El Dorado (Howard Hawks, 1967)

Crítica número 19: El Dorado (Howard Hawks, 1967)
El Dorado
El Dorado es un desenfadado western que ofrece varios de los mejores momentos del cine de Hawks.

John Wayne es un actor espléndido ( un actor a reivindicar definitivamente por los amantes del cine, acabando para siempre con la fama de actor mediocre que merece para muchos ) y en El Dorado da una nueva lección de utilización de la mirada, de presencia en la escena, de construcción creíble de un personaje digno pero rudo muy típico de las películas en las que participó. Robert Mitchum aporta su maravilloso talento para componer al borracho pero noble Sheriff. Jamess Caan y el resto de actores cumplen con creces su cometido.

En concreto hay dos escenas en la parte inicial del filme que son memorables: 1. Toda la escena que acaba con el suicidio del somnoliento muchacho que estaba vigilando en las rocas ( prodigio de sabiduría y economía narrativa ), y 2. La escena en la que Wayne se encuentra sentado en una mesa de un bar y hace acto de presentación el joven que será su aprendiz desde ese momento ( escena con una tensión, con un tempo narrativo inigualable ).
La aparente ligereza de la película puede desviar la atención del espectador: detrás de esta desenfadada película se encuentra el cine de Hawks resumido e mejorado.
Esta película, junto a otras, supusieron el colofón del género. Presentaban vaqueros, heroes del oeste con edades avanzadas y con un entorno que ya no les daba cabida ( eran heroes que no tenían compañía al margen de sus recuerdos y vivían de su fama, de su pasado ).

Suponían, en fin, una revisión matizadora y desmitificadora de la figura tradicional del vaquero como heroe romántico en el cine.
Puntuación: 4,5/5

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