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Últimos visionados (Parte II)

Últimos visionados (Parte II)

 Desde los nocturnos bosques de Wetzlar, cercanos al lago en el que Werther declaraba su amor a Charlotte entre furtivos rayos de luna que dejaban ver, como si fuerna esbozos, retorcidas ramas de árboles que, como misteriosos dedos celestes, acariciaban el viento que parecía reproducir con sus aullidos ciertos bellos acordes de Massenet, les presento la segunda parte de mis impresiones sobre los visionados estivales:

 

 

Combate Decisivo (André de Toth, 1957): En los últimos tiempos la obra de André de Toth está siendo objeto de un nuevo análisis crítico (entre otros vale la pena destacar por su difusión el breve estudio publicado en Dirigido por...) con el objetivo de valorarla en su justa medida. Dentro de su filmografía encontramos una obra maestra absoluta como El día de los forajidos (1959), otras tan notables como Aguas turbias (1944) o El otro amor (1947), o tan interesantes como la injustamente ignorada Lucha a muerte (1951) o la popular House of wax (1853).

El notable filme que  nos ocupa narra la historia de un campeón de boxeo y su adicción a la morfina adquirida durante la guerra. Combate decisivo deja patente varias de las virtudes de su realizador; su capacidad para la síntesis resulta evidente al ensamblar con facilidad un drama formado por fragmentos noir, románticos, bélicos o puramente melodramáticos. Por otra parte muestra su evidente capacidad visual en escenas como el combate de boxeo (insertos del reloj, de las piernas de los contrincantes), las pesadillescas escenas en las que el protagonista vagabundea por las calles en busca de su ración de morfina (rodadas en contrapicado y con gran profunidad de campo) o la excepcional escena bélica en Guadalcanal que merece ser destacada por su extraordinaria calidad plástica (exelente iluminación de Maury Gertsman y  dirección evitando fáciles efectismos) resultando en mi opinión una de las mejores escenas bélicas que se haya redado en la historia del cine: un grupo de soldados se adentra en una embarrada selva de palmeras en las que se refugian sus enemigos japoneses que emiten sonidos de exóticas aves creando confusión en los cada vez más crispados americanos. Poco a poco el infierno tropical se va volviendo irreal y se muestra como un confuso laberinto de espejismos y sonidos. Los soldados americanos van cayendo y la agónica resistencia de los supervivientes se entremezcla con una fuerte sensación animal cercana a la  locura.

Combate decisivo es un filme narrado con gusto estético, atención al detalle (la importancia de los objetos es evidente a lo largo del metraje) y supone un planteamiento relativamente original de tan controvertido tema. 

Puntuación: 3,5/5

Kimono Rojo (Samuel Fuller, 1959): Les confieso mi debilidad respecto a Samuel Fuller, un realizador que convertía cualquier historia en un relato eléctrico, de apasionada violencia, de abrupto romanticismo, de elíptico magnetismo, mediante una utilización intensiva de los distintos recursos que el lenguaje cinematográfico ofrece al artista. Al margen de ciertas irregularidades inherentes a su desequilibrado estilo cabe destacar las apasionantes  Una luz en el hampa, su debut Balas vengadoras, La casa de bambú, la tardía y sorprendente Perro Blanco o su obra maestra: 40 pistolas.  

No es Kimono Rojo una de sus mejores obras, pero cabe destacar la extraña intensidad que desprenden las escenas románticas entre el protagonista japonés y la pintora, la sincera hilaridad que produce la disparatada conducta de la alcohólica artista, la excelente escena de apertura, el tratamiento inteligente, nada discursivo, de un tema de tan difícil inserción cinematográfica como es el racismo*,  o la plasticidad del tiroteo final en el desfile tradicional.     

Puntuación: 3/5

 

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* El racismo aparece, como tema principal o como accesorio, en varias obras de Fuller: es el tema principal en la alegórica Perro blanco, también resulta el centro de Kimono Rojo o se incluye de manera efectista y discursiva en El corredor de la muerte.

 

  

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