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Crítica número 39: Amanecer (F.W.Murnau, 1927)

Crítica número 39: Amanecer (F.W.Murnau, 1927)

Amanece en los jardines intemporales del arte

Ya en las postrimerías del cine mudo, Murnau, un recién llegado mago europeo, revolucionó y culminó la evolución del arte cinematográfico. Después vendría la etapa sonora. Una nueva etapa que añadía la palabra hablada a las imágenes.
La intensidad y grado de elaboración visual del cine fue decreciento paulatinamente. Murnau había logrado entrar en los jardines sagrados de la eternidad artística con esta obra que habla de la vida.
La vida, el amor, y las tentaciones humanas en una canción lírica de aproximadamente 90 minutos. La fulgurante luna siendo testigo de una satánica seducción, la tentación personificada en mujer, el drama en el lago, la boda redentora, el juego en la ciudad, el retorno a la paz de la hogareña naturaleza, la tormenta del lago... El lenguaje cinematográfico dominado a la perfección; un sentido plástico refinadísimo, desbordante en sus capacidades expresivas hace volar nuestra mente ante una fantasía humana acompañada por la excelente partitura original de Hugo Riesenfeld.
El cine, poco después, empezó a hablar, a pronuncias palabras... Pero pocas veces tuvo algo tan grande, bello y a la vez sencillo que decir como, sin necesidad de palabras, dijo Amanecer. Gracias Murnau. Creo que has realizado una obra eterna.

Puntuación 5/5

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