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Crítica número 72: El hombre del Planeta X (Edgar G. Ulmer, 1951)

Crítica número 72: El hombre del Planeta X (Edgar G. Ulmer, 1951)
El inocente extraterrestre y las inquietudes escenográficas de Ulmer
Más allá de análisis irónicos y limitados por la coyuntura o la moda, por la cándida, vacua y esnob risa de lo teóricamente anticuado ( argumentación, esta sí, de vida efímera), El hombre del Planeta X plantea una premisa argumental simple con un enfoque lleno de matices interesantes (el ser extraño no es malvado a priori y sus motivación es salvar a su raza) que Edgar G. Ulmer eleva a lo notable gracias a su talento escenográfico y puramente cinematográfico.
Superior a propias obras del autor con similar presupuesto (el presupuesto, aunque añade lustre, no guarda ninguna relación con la excelencia artística o intelectual de un director), El hombre del planeta X cuenta con un apartado musical extravagante y apropiado, fotografía notable, actuaciones discretas pero dignas y un diseño del ser extraterrestre original (como se dice en el filme: "sus ojos parecen los de un pez muerto", un extraterrestre no tiene que poseer necesariamente la morfología agresiva que los más simplistas imaginan).

Singular y misteriosa propuesta, el filme  (aunque no resulta excelente debido a cierta falta de intensidad, profundidad y calidad interpretativa) sobrepasa los cánones genéricos y reviste gran interés a pesar de sus evidentes limitaciones.
Puntuación: 3/5

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