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Crítica número 34: Ordet (La palabra) (C. T Dreyer, 1955)

Crítica número 34: Ordet (La palabra) (C. T Dreyer, 1955)
El mensaje cinematográfico de Jesucristo mostrado por Dreyer
Ordet nos muestra la vida rural de una familia en la europa del norte. Esa familia vive en un pequeño pueblo, en una sociedad reducida. En esa pequeña sociedad muchos son los que hablan de religión, sobre Diós, sobre los hechos de la biblia...Pero POCOS CREEN.

Sólo algunos aman verdaderamente al prójimo. Sólo algunos obran como cristianos, precisamente los que no recurren a la retórica oficial. Algunos están tan ensimismados en esta retórica que incluso (discutiendo con sus vecinos, no amando a sus cónyuges, catalogando y denigrando al diferente o adoptando actitudes pretenciosas) son incapaces de cumplir sus fundamentos.
La fe no es pues algo mecánico predispuesto por textos, sino algo que se debe vivir y que debe reinar en todas nuestra acciones, algo que se debe poner en práctica en la realidad física, no recluída en la dimensión de las ideas.
Para subrayar esa diferencia entre lo predicado y lo realizado aparece Johannes, un personaje considerado loco por vivir totalmente sumido en la fe religiosa que el resto de la comunidad dice practicar.
Johannes, personificación de Cristo, traerá el mensaje originario de Diós y mostrará como la fe es algo absoluto, que se demuestra con hechos, no con palabras, en lo que se cree y se vive conforme a ello o en lo que no se cree y se teoriza para relegarlo al mundo de las ideas. No hay posiciones intermedias. El que vive conforme a Diós no deja de hacerlo porque no sea consciente de ello o porque otros le juzguen más o menos correcto: el hecho religioso desborda las denominaciones o descripciones, se encuentra en otra dimensión trascendente.
Ciertamente, ORDET, debe experimentarse ya que, del mismo modo que la fe descrita en ella, es necesario vivirla para entenderla siendo inútil cualquier ejercicio de descripción.
Para un agnóstico como yo Ordet es, además de una destilada muestra de adecuación de la técnica al servicio de lo narrado, una apasionante profundización cinematográfica en la creencia religiosa y, en última instancia, en la moral y en el significado vital, trascendente, del ser humano.

No obstante, creo que forma parte de ese grupo de obras que se basan demasiado en un pretendido mensaje o moraleja. Un filme debe, a mi juicio, presentar personajes, acciones, sucesos, debe ser autónomo, y en todo caso puede, dentro de su compejidad, plantear mensajes morales, críticas o reflexiones. Pero no debe ser ese su único fin.

 

Puntuación: 4/5

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