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Los niños del Brasil (Franklin J. Shaffner, 1978)

Los niños del Brasil (Franklin J. Shaffner, 1978)

La década de los setenta fue para Franklin J. Schaffner una época de lenta pero inexorable decadencia después de alcanzar su cúspide en la década anterior firmando notables filmes de diversos géneros entre los cuales destacan la excelente El señor de la Guerra (1965) y la magnífica El planeta de los simios (1968).

Artista de evidente talento visual, Schaffner sobresalió en la construcción de ambiciosas narraciones que se situaban en ambientes exóticos (la Rusia de los últimos zares, la Guayana francesa, el poblado brasileño en el que habita el profesor Menguele en el filme objeto de la presente reseña, un irreconocible planeta dominado por los simios o las Bahamas) y cuyo vínculo temático era en última instancia la reflexión sobre la condición humana en diferentes entornos y épocas. El transcurso de los años y la influencia de la decadente indústria cinematográfica modificaron su lenguaje convirtiéndolo en uno cada vez más enfático, subrayado y efectista.

Miscelánea de las mejores virtudes de su cine y de numerosos signos de la decadencia antes apuntada, Los niños del Brasil destaca fundamentalmente por la magnífica utilización de la luz (una serie de focos crean, al encenderse y apagarse, un aura alucinógena y sobrenatural) en la escena de presentación del doctor Menguele, el acierto en la elección de algunas localizaciones (el poblado en el que reside el doctor Menguele está repleto de vestigios del esplendor nazi, bañados por la suave y evocadora brisa de los acordes de Wagner), el gran trabajo de Gregory Peck (mostrando tras un semblante serio cierto rictus de fanatismo alocado que sólo se desatará en el desenlace) o la acertada banda sonora (con un vals como tema principal que aparece, cual vestigio de un famoso naufragio, con el objetivo de retrotraer al espectador a la época de auge nazi) de un Jerry Goldsmith que aún no se había impregnado de la mediocridad de buena parte de los filmes en los que trabajó durante las siguientes décadas. Sin embargo, no resulta nada destacable la mediocre labor fotográfica de Henri Decae, ciertos aspectos del guión son excesívamente pobres (esquematismo en la estructura del mismo, algunos subrayados o la escasa elaboración de los rasgos definitorios de algunos personajes) y la realización de Schafffner se muestra irregular alternando momentos apáticos, en los que la puesta en escena se revela rutinaria, con otros más acertados en los que utiliza con fortuna los diferentes recursos que conforman el lenguaje cinematográfico.

Los niños del Brasil es, al contrario de lo afirmado recurrentemente, un nada desdeñable filme que, más allá del evidente atractivo de su propuesta argumental*, supone una muestra tardía aunque intermitente de las virtudes de su realizador.

 

Puntuación: 2,5/5

 

 * Deliciosa amalgama de ciencia ficción y suspense.

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