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UN PEQUEÑO CUENTO DE AMOR EN EL OESTE

UN PEQUEÑO CUENTO DE AMOR EN EL OESTE
 
Sam había llegado a la desesperación. Ella se había marchado para siempre. Le había abandonado por un presuntuoso y brabucón olgazán del norte.
  
Habitualmente, al atardecer, cuando el sol empezaba a extender su manto rojizo por el horizonte, conducía al ganado hacia las praderas más altas y puras, aquellas por las cuales corría aire limpio y las nubes pasaban acariciando su cara mientras estaba tumbado en la radiante hierba.
  
Un día, mientras el dulce sueño le alcanzaba, creyó ver que la sombras de las nubes proyectaban en el suelo una figura que le era familiar... Sí, sin duda era la fugura de su amada, aquel espigado sueño  por el cual suspiraba a pesar de la traición.
 
Se levantó y echó a correr hacia la sombra y cuando creyó llegar a ella las nubes se disiparon y deshicieron el embrujado espejismo. Ella le había vuelto a dejar.
 
Recobró la calma e intentó olvidarla. Tenía que olvidarla, estaba sufriendo, retorciéndose de dolor ante la idea de su irremediable pérdida, pensando en aquellos días en los que los dos juntos iban a beber agua al arroyo y a coger frutos de los árboles de la pradera, pensaba en aquellos días de lluvia en los que se refugiaban bajo los árboles y se besaban jurándose amor eterno entre las gotas que se filtraban por las ramas... Tenía que olvidar todo aquello...
 
De vuelta a su casa el ganado se paró en medio del camino, negándose a avanzar. Se bajó del caballo y vió el motivo de la parada: una flor de incandescente color rojo había brotado de las yermas marrones tierras del camino, se trataba de la flor más bella que había visto en su vida.
 
Mientras estaba absorto observándola notó una brisa refrescante en su espalda. Se giró. Era ella, su amada que volvía a sus brazos corriendo hacia él.
 
Se abrazaron y lloraron de amargura y de alegría durante unos instantes que parecieron siglos de felicidad, mientras tanto sus lágrimas caían sobre aquella  flor roja, regándola. 
 
Los dos juntos partieron hacia su hogar llevando aquella flor entre sus manos, flor que nunca se marchitaría.
 
 
                                                                          FIN 
(Autor: Alfredo Alonso)

1 comentario

Jessica -

¡Que relato más maravilloso!Nos ha regalado una historia llena de sentimiento,llena de amor, con una calidad narrativa admirable,solo espero que nos deje disfrutar más amenudo de su arte, y nos ofrezca la posibilidad de poder volver a soñar leyendo sus cuentos.