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Crítica número 48: Tierra de faraones (Howard Hawks, 1955)

Crítica número 48: Tierra de faraones (Howard Hawks, 1955)
No entraré en los tópicos: Tierra de faraones es excelente
No entraré en los tópicos explicando que Tierra de faraones es una obra que se adscribe a un género de una época pasada y que no se encuentra entre lo mejor de la obra de Howard Hawks. Además tampoco voy a desdeñar a esta superproducción por el mero hecho de serlo sin apreciar su calidad como obra artística.

Tierra de faraones es una excelente película que narra varias historias de suprema codicia (contrucción de una tumba inexpugnable para guardar los tesoros que el emperador ha ganado en vida, pasión por el oro de la segunda mujer del emperador). Paralelamente nos enseña las consecuencias de la misma; traiciones, muerte, venganza...

Así pues, pese a ser una superproducción (cualidad que algunos no parecen perdonar a determinadas obras) mantiene incólume su aspecto intimista, dramático. Tierra de faraones no es una obra postiza que se basa en principios de espectáculo mimético porque posee una excelente, fascinante ambientación, notable guión, buenas actuaciones, soberbia fotografía y una banda sonora llena de matices (notas disonantes en los instrumentos de viento para apuntar la opulencia y crueldad de Egipto y su emperador, refinadísima utilización de los instrumentos en las escenas intimistas). Adicionalmente el trabajo de Hawks es sublime, alternando espectáculo y emociones sabiamente, reflexión y fascinación visual a partes iguales.

Creo que es uno de los mejores trabajos de Hawks y del género en el que se incardina.
Puntuación: 4,5/5

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