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Crítica número 38: Nosferatu, vampiro de la noche (Werner Herzog, 1979)

Crítica número 38: Nosferatu, vampiro de la noche (Werner Herzog, 1979)
Filme que vampiriza con bastante mérito el pasado.
Nosferatu de Wener Herzog es un remake del original de Murnau. Habiendo pasado varias décadas se constata que las mejores virtudes son ideas que se extraen, cual vampiro, del pasado, siendo sin embargo los defectos de nueva factura: la música de Wagner y la final de Gounod empequeñecen a la nueva fanfarria inexpresiva compuesta para la ocasión, la caracterización del Conde Drácula proviene directamente del original silente, las escenas en las que se juega con las sombras son excelentes, también extraídas del original, y sin embargo las novedades narrativas (el nuevo estilo narrativo) consistentes básicamente en el frío estilo intelectual y determinados usos de la imagen meramente esteticistas, constituyen sus peores defectos.
Es necesario reconocer el mérito de resucitar a un mítico personaje logrando un filme notable. Ha habido un acertado análisis de la obra de Murnau, plasmando bien las ideas de irredención romántica, de sexualidad y de horror sugerido. Además se han escogido convenientemente partituras sublimes (El oro del Rin, Fausto) para engrandecer el relato.
No obstante, reconociendo esto, creo que Herzog añade de su propia cosecha las peores características de esta obra.
Irónicamente Herzog acierta cuando vampiriza (bastantes veces), pero cuando no asume su rol de vampiro falla, siendo de poco interés su personalidad.
Es un filme que tiene la suficiente calidad  como para afirmar que la resurrección fue un éxito.

Puntuación: 3,5/5

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